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domingo, 26 de febrero de 2012

ABSORBE LO QUE BIEN TE HACE, Y ESPARCE LO QUE BIEN HACE A LOS DEMÁS.

SERENIDAD

Sé tranquilo en tu interior. Deja que esa paz y esa alegría

 interior irradien a través de un semblante sereno.

Un semblante sereno es pacífico, sonriente y serio y no muestra

 ninguna emoción violenta. Es como la superficie de un lago en

 calma.

REGULARIDAD...

Sé regular en tus hábitos diarios, en tus prácticas espirituales y

 en tu trabajo. Levántate siempre a la misma hora. Sé puntual en

 tus actividades. Eso te liberará de preocupaciones y ansiedades.

 Harás siempre lo correcto en su justo momento.

SINCERIDAD...

Deja que tus palabras coincidan con tus pensamientos. Deja que

 tus acciones coincidan con tus palabras. Deja que haya armonía

 entre tus pensamientos, palabras y acciones.

SIMPLICIDAD...

Sé natural. Habla con sencillez. No retuerzas las palabras, no los

 tópicos. Sé llano. Evita la diplomacia, el disimulo y la sinuosidad.

VERACIDAD...

Sé veraz. Cumple tus promesas. No exageres ni retuerzas los

 hechos. Piensa dos veces antes de hablar. Habla dulcemente.

Sé preciso en lo que dices.

HUMILDAD...

No alardees de tu nacimiento, posición, cualidades o logros

 espirituales. Recuerda la naturaleza evanescente de todas

las cosas. Elogia a otros. Ve a Dios en todos. Trata incluso a

la más pequeña de las creaturas como a tu igual.

SERENIDAD...

La irritabilidad es precursora de violentas explosiones de

cólera.

 Vigila las alteraciones del equilibrio mental. Observa las

 pequeñas olas de cólera que rizan el lago de tu mente.

No permitas que adquieran grandes proporciones.

Entonces alcanzarás un estado de no irritabilidad, de paz

y amor.

ECUANIMIDAD...

Ten calma. Soporta pacientemente el insulto, la injuria, el

 sufrimiento, el fracaso y la falta de respeto. No te engrías

con la alabanza, el éxito y los honores. En ambas situaciones

 mantén una actitud equilibrada. Obra igual con los amigos

y con los enemigos. No dejes nunca que nada disturbe tu paz

 interior.

FIJEZA...

Recuerda que una mente inconstante no tiene posibilidades

de alcanzar nada. Despierta tu discriminación. Elige tu ideal.

 Tenlo siempre presente. No dejes que tu mente se aparte de

él ni un sólo momento.

(Autor Desconocido)


Vale la pena... cada espina, cada rosa... cada lágrima

que riega lo que florecerá en sonrisa... porque la Vida

es maravillosa por ella misma... no importan las penas

 no importa el desamor... porque pasa... todo pasa y el

sol vuelve a brillar...

Hay momentos que sentimos que todo esta mal, que

nuestras vidas se hunden en un abismo tan profundo,

que no se alcanza a ver ni un pequeño resquicio por el

que pase la luz.

En esos momentos debemos tomar todo nuestro amor,

nuestro coraje, nuestros sentimientos, nuestra fuerza y

luchar por salir adelante.

Muchas veces nos hemos preguntado si vale la pena

 entusiasmarnos de nuevo, y solo puedo contestar una

cosa: Hagamos que nuestra vida valga la pena.

Vale la pena sufrir, porque he aprendido a amar con

todo el corazón.

Vale la pena entregar todo, porque cada sonrisa y lagrima

son sinceras.

Vale la pena agachar la cabeza y bajar las manos, porque

al levantarlas seré mas fuerte de corazón.

Vale la pena una lagrima, porque es el filtro de mis sentimientos,

a través de ella me reconozco frágil y me muestro tal cual soy.

Vale la pena cometer errores, porque me da mayor experiencia

y objetividad.

Vale la pena volver a levantar la cabeza, porque una sola mirada

 puede llenar ese espacio vacío.

Vale la pena volver a sonreír, porque eso demuestra que he

 aprendido algo más.

Vale la pena acordarme de todas las cosas malas que me han

 pasado, porque ellas forjaron lo que soy el día de hoy.

Vale la pena voltear hacia atrás, porque así se que he dejado

 huella en los demás.

Vale la pena vivir, porque cada minuto que pasa es una

 oportunidad de volver a empezar.

Todo esto son solo palabras, letras entrelazadas con el único

fin de dar una idea. Lo demás, depende de cada uno de

nosotros.

Dejemos que nuestras acciones hablen por nosotros.

Hagamos que nuestra vida valga la pena.

Seamos Felices...

¿Verdad que vale la pena?...

Autor Desconocido.

 Un cristiano, cuentan, se aproximó a un herido en medio

del fragor de la batalla y le preguntó:

¿Quieres que te lea la Biblia?...Primero dame agua que tengo

 sed, dijo el herido.

El cristiano le convidó el último trago de su cantimplora,

aunque sabía que no había más agua en kilómetros a la

redonda. - ¿Ahora?, preguntó de nuevo.

Primero dame de comer, suplicó el herido.

El cristiano le dio el último mendrugo de pan que atesoraba

en su mochila. - Tengo frío, fue el siguiente clamor, y el

hombre de Dios se despojó de su abrigo de campaña pese

al frío que calaba y cubrió al lesionado.

Ahora sí, le dijo al cristiano. Habla de ese Dios que te

hizo darme tu última agua, tu último mendrugo, y tu

único abrigo. Quiero conocerlo en su bondad.

Reciban todos las bendiciones del Cielo...Las bendiciones

de Dios.


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