Cuando sumida estaba yo en mis angustia y en mi dolor, y no había motivación en mi vida para que yo viera la luz. Mis problemas, enfermedades, mi economía y mi familia, todo se convertía en una tragedia que me dolía. Un día, cansada de tanto luchar al suelo fui a dar, sin fuerzas, sin lágrimas que derramar. Le decía a mi Cristo; ¡ya no puedo más con esta carga caminar, no puedo seguir con esta tragedia que a mi vida acabará, vengo a ti Señor porque no puedo más y necesito que tú me extiendas de tu paz!...
En mis súplica y en momento de silencio pude sentir un viento recio, y escuché una voz fuerte como la de un trueno que me decía; Hija mía, basta de llorar, no quiero que te lamentes más. Simplemente ve busca una caja, y hecha en ella todas tus tragedias, todo lo que te hace quejar, que a un lugar te he de llevar. Tal como él me pidió, busqué la caja y puse en ella mi economía, mi enfermedad, mi dolencia y todo mi quejar. Entonces aquella voz me decía; ven, sígueme y no te detengas.
Durante el camino pensaba en todas mis afrentas, en todo lo que yo había pasado y que sin fuerza me había dejado. De pronto esa fuerte pero hermosa voz me decía; ven hija mía hemos llegado al sitio indicado, hemos llegado al monte Calvario. Pon tu caja de tragedias en el suelo y extiende tus manos, toca esa tierra, esa tierra mezclada con sangre, esa misma sangre que yo derrame para salvarte, esa misma sangre es con la que te he limpiado de todo pecado, la que te cubre como escudo y nunca te ha fallado.
Ahora extiende tu mano toca ese madero, lo que para mucho es un instrumento de muerte, lo que para mucho significa el final de sus vidas sin suerte. Al pie de esa cruz están todas las tragedias de miles de almas que hoy ven la cruz como símbolo de esperanza. Ahora mira hacia arriba hija mía, ¿puedes ver mi cuerpo abatido? Este sacrificio lo hice por amor y cada vez que tu te afliges me dices que no valió la pena lo que hice por ti. Ahora quiero mostrarte una tumba vacía, porque yo no estoy ahí.
¿Ves esos lienzos blancos doblados? Es porque no los he necesitado. Y tal como aquella cruz, esta tumba, los lienzos y tu caja de tragedias al pie de la cruz son símbolos de tragedia, hoy hija mía, todo eso lo convierto en Victoria.
Yansed Dimary Lasso
Es una bendición su blog, un saludo desde El Salvador. Centroamerica.
ResponderEliminarwww.creeenjesusyserassalvo.blogspot.com
Que hermoso me hiso mucho bien leer esta reflexion
ResponderEliminarDios les bendiga, es de mucha alegría encontrar uno de mis escrito aquí. Y saber que bendice a una vida aun más me llena de regocijo pues ese es el verdadero propósito. Siempre debemos recordar confiar en Dios en el medio de nuestras tormentas y aprender de ellas para luego ayudar a otros que comienzan a se empujados por los vientos. Si deseas comunicarte conmigo puedes hacerlo por Yansed@aol.com. Bendiciones
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