Seguidores

Translate

Buscar este blog

sábado, 6 de agosto de 2016

APROVECHA LAS OPORTUNIDADES QUE TE DA LA VIDA, QUE TE DA DIOS, PARA CORREGIR LOS ERRORES...NO ESPERES EL ÚLTIMO DÍA PARA... VISITAR, AMAR VIVIR Y SER FELIZ...


Una oportunidad más era una noche bastante fría, debido a la gran tormenta que sacudía a aquel humilde pueblo que diariamente vivía otra clase de tormentas, como las de su triste contexto económico y social. Relámpagos, truenos y grandes gotas de aguas con vientos descomunales que movían los árboles de forma espantosa, era el escenario que se presentaba en esa noche. Paralelo a ello y algo lejano, en una humilde vivienda, que daba la impresión que se derrumbaría o el viento se la llevaría volando, o sus delgadas paredes se vendrían abajo, se escuchaba otro tipo de tormenta…
Era el llanto desesperado de una madre que con su lamento y con sus expresiones de angustia interrumpía, inevitablemente, el sueño de dos de sus cuatro hijos que dormían juntos sobre una colchoneta vieja y acabada. ¿Por qué?-Preguntaba aquella madre desesperada -¿Por qué me ha tocado vivir en medio de tanta pobreza? ¿Hasta cuándo voy a soportar tan atroz inhumanidad junto a mis hijitos? Aquellas quejas, no se sabía a quién o a quiénes iban dirigidas; sin embargo, la razón de las mismas era comprensible si se advierte que está madre, una vez iniciada la tormenta…
Tuvo que levantarse e interrumpir su poco sueño y evitar que su casa o más bien su choza, se inundara completamente gracias a los infinitos agujeros que tenía aquel techo de su vivienda. A pesar de que se había vuelto costumbre esa práctica, la de colocar ollas, cubetas, tobos o bañeras en los sitios donde había agujero cada vez que llovía y, de mover los pocos muebles que tenía de un lugar a otro para tratar de protegerlos, aquella noche la pobre mujer no pudo evitar su llanto y perder la serenidad que le caracterizaba. ¿Por qué Simón?-Menciona a un posible responsable-
¿Por qué permites que tus hijos y tu esposa pasemos por esta situación tan precaria? Acostarnos sin cenar y de paso está lluvia, que digo lluvia, está tormenta intensa inunda nuestra casa y no nos deja descansar para por lo menos olvidarnos del hambre y de la tristeza que nos causa tu temporal abandono. Los dos hijos que se despertaron por aquella madre que se quejaba, sin vacilar la abrazaron para consolarla y en su inocencia le expresaron que no sabían con exactitud la causa de su llanto; pero que por favor, no llorara más, porque eso le entristecía a ambos. El menor de los dos niños levantados y de todo el grupo…
Con mucho sueño se durmió en los brazos de aquella madre que con una fuerza que no supo de donde la sacó, se calmó y accedió a la petición de sus dos hijos, acariciándolos para que se durmieran y no fueran más testigos de su sufrimiento y su desesperación. El otro niño, que era unos pocos años mayor que el que se durmió, no pudo conciliar de una vez el sueño, más bien, en su inocencia se preguntaba ¿por qué la infelicidad de su madre? ¿Por qué las demás señoras, madres de sus amiguitos, compañeros de clases y demás personas, si se veían felices con sus esposos y tenían casas que no sé inundaban?
Y ¿por qué su madre estaba tan infeliz esa noche cuándo normalmente ellos eran felices? A pesar de del hambre que pasaban con frecuencia, a pesar de lo que estaban viviendo esa noche, él y sus hermanos, con cualquier juego, con cualquier cuento o anécdota que le contaba su madre, o con las visitas esporádicas de su padre, ellos se sentían dichosos. Aquel niño en su inocencia, no comprendía y en él no cabía espacio para la infelicidad razonada, sólo para un triste momento que vivía al ver a su madre sufrir; pero, reclamando internamente que pasara lo que pasara, no se debía llorar, no se debía sufrir, porque ellos eran una familia feliz.
Pensó entonces aquel niño, en expresar sus pensamiento a su madre y exhortarle; pero, cuando lo iba a hacer, no le salían las palabras y de pronto la imagen de su madre, junto a la de sus hermanos se desvanecía ante sus ojos y un brazo que no veía, de repente le acariciaba y una voz en tono bajo y con cierta dulzura le llama ¡Samuel!, ¡Samu! De pronto, aquel niño no vio más la imagen de su madre y de sus hermanos y al mismo tiempo se percata que está en otra casa, en otro sitio, mientras la voz y las caricias de aquella persona, extrañas al principio,
se le van haciendo familiar a medida que transcurre el tiempo, hasta que de un sobresalto, aquel niño que ya era un hombre de treinta años despierta de aquel sueño extraño, ayudado por la dulce voz de su esposa y sus suaves caricias en su frente, cabello y mejilla y sonrientemente le pregunta: -Amor, ¿Qué y con quién o quiénes soñabas? Aquel hombre, que volvía en sí, se despertaba de aquel triste sueño, no pudo contenerse y comenzó a llorar como aquel niño que un día fue, aquel niño que sólo lloraba por la ausencia de su madre o cuando se peleaba con alguno de sus hermanos.
Su esposa, algo extrañada y con cierta preocupación, le interroga rápidamente ¿Qué pasa mi amor? ¿Por qué lloras? ¿Tuviste una pesadilla? Lo que haya sido mi amor, ya pasó. Y lo abrazó fuertemente de forma cariñosa y confortable. El hombre, con lágrimas en los ojos le expresa: Nada mi amada, es sólo una tontería, ya sabes como soy de sentimental-Lo sé-reitera la mujer-Pero igual dime por qué tu llanto, no sólo lloras por tonterías, dime qué te ocurre-Nada, es sólo que soñé algo extraño, como un episodio de mí vida cuando era niño, algo muy similar a lo que viví junto a mi madre y mis hermanos, aquellos momentos tan duro, ese sueño me trajo esos amargos recuerdos.

Explicó el hombre... Pero tranquila, es sólo nostalgia, no más Afirmó encogiendo sus hombros-¿Seguro estás bien?-Preguntó una vez más la esposa-Sí, sí,-Dijo con mucha firmeza el hombre y con una sonrisa algo hipócrita le dijo-Duerme, no es nada, de verdad, no te preocupes. La esposa al ver la seguridad de su marido y al verlo fortalecido le expresa: -Bueno, si tú lo dices, así es. Y aclaró: -Sabes que cuentas conmigo para lo que sea. Le dio un beso y lo abrazó buscando conciliar de nuevo con su sueño. Después de unos cinco segundos le dijo: -Duérmete mi amor, descansa, mañana hay que trabajar. –
Ok mi bella, lo haré-contestó el hombre. No obstante, aquel hombre comenzó a reflexionar sobre lo que había soñado. ¿Por qué soñó un episodio de su vida cuando era niño? ¿Por qué después de tantos años, de todo lo que había logrado él y su familia, quienes habían salido de aquella situación tan precaria y estaban mejor en la actualidad, aquel sueño se le presenta y le trae esos amargos recuerdos? ¿Después de obtener una profesión, una esposa, una casa y un bebé precioso que para nada sufriría las penalidades que él pasó desde su nacimiento hasta su adolescencia, ni le constaría tampoco conseguir sus metas como a él costó, tenía que revivir esos tristes recuerdos con ese inoportuno sueño?
Y, lo que más le intrigaba de aquel sueño ¿Por qué ese niño que vio en el sueño, que se supone era él, era tan seguro de sí mismo y se sentía tan dichoso, a pesar de lo que vivía en ese momento? Se daba cuenta aquel hombre, que así era él, feliz, a pesar de todos los sufrimientos y, le causaba tristeza descubrir que aun cuando había logrado ya como adulto todas o la mayoría de sus metas, un gran vacío sentía su alma el cual pensó mal al creer que lo llenaría con sus triunfos obtenidos, los cuales había conseguido con mucho esfuerzo, con, mucho sacrificio. ¿Por qué? Se preguntaba, no sentía esa felicidad que sintió a pesar de lo que vivía en aquel sueño, en donde a pesar de la angustia de su madre por su situación precaria, reclamaba que ellos eran felices aún con todo ello.

¿Por qué no sentía esa fuerza, si había salido adelante? ¿Acaso era mejor la pobreza? Se preguntaba-No, claro que no-Rechazaba de inmediato ese pensamiento-Ese pensar es de la gente que tiene pobreza mental-Se decía así mismo- Pero y entonces, ¿Cuál era la causa de su debilidad?-¡Ah!… ¡Ya sé!-Se dijo para sí-Tengo tiempo sin visitar a mi madre, a mi viejita. Claro, es eso, nostalgia, mañana la visitaré y también a mis hermanos; pero no, no puedo, mañana debo trabajar y salgo muy cansado, y no puedo faltar, son muchos los gastos: la luz, el teléfono, el gas, la guardería del niño, la cuota mensual de la casa, no, lamentablemente no puedo ir a visitar a mi madre mañana y, de paso mi esposa me pidió que la acompañara al Ginecólogo.
Vaya, no tengo tiempo, no soy dueño de mí tiempo, éste no me alcanza para nada. Aquel hombre, comenzaba a darse cuenta que el tiempo era vital para su felicidad-Si tuviera tiempo para todo, fuese el hombre más feliz del mundo. Cuando era niño tenía tiempo para todo, ¡era tan feliz! No, tontería-Se contradecía al instante-Cuando era niño no trabajaba ni tenía responsabilidad cómo ahora. Mejor me duermo, ¡ya basta!-Se peleaba consigo mismo. Pero, para su mala suerte no podía conciliar con el sueño, los pensamientos y recuerdos lo bombardeaban, lo agotaban y lo sumían en una depresión que no comprendía.
¿Qué me sucede? ¿Por qué no puedo dormir? -Se interrogaba así mismo. Se levantó de la cama, miró su reloj y éste marcaba las dos de la mañana (2:00 am). ¡Dios!-Exclamaba-Me quedan sólo tres horas para dormir, debo trabajar más tarde y no consigo aún conciliar con el sueño. Se tumbó nuevamente sobre su cama con cierta molestia con él mismo. Era normal su intranquilidad para dormir, sufría de insomnio desde la adolescencia; pero, esa noche era más intenso ese mal, estaba totalmente fuera de control y sus pensamientos, recuerdos e ideas, de cosas que quería lograr, lo invadían inexorablemente.
¡Por favor!...Se exhortaba, ¡Duérmete ya! De pronto, el hombre se rindió antes sus pensamientos y comenzó a reflexionar de cómo había llegado hasta donde estaba, en el hombre que se había convertido, el profesional que era en la actualidad, la personalidad que había adoptado y la bella esposa que había conquistado. Y, en todo lo que pensó, se dio cuenta de que todo, absolutamente todo le había costado con creces. Todo para él había sido una batalla, nada lo había obtenido de forma fácil y su consuelo, es que se consideró en ese momento un guerrero formidable, incansable y muy perseverante.
Pero, ¿Qué le pasaba entonces al guerrero? ¿Por qué sentía tanta debilidad en ese momento? Tanta infelicidad, si había librado y ganado tantas batallas de manera formidable. ¿Acaso llegaba a su fin? ¡Jesús! He escuchado que las personas antes de morir, siempre recuerdan todo lo que han vivido y a todos. ¿Me estoy despidiendo del mundo?-Se preguntó con pánico-No, Dios me libre de esos pensamientos, ahora es que tengo porque y por quienes vivir-Trató de confortarse de este modo; no obstante, pudo más su temor a la muerte y se hizo presa fácil del miedo y el terror que sentía al imaginarse su final en esa noche, en aquel lecho junto a su esposa, en donde tantos momentos felices, románticos y ardientes de intimidad y descanso compartió junto a su bella dama.
Así que abrió sus ojos y quiso respirar profundamente para sentirse vivo; pero un peso sobre su cuerpo se lo impidió, quedó inmóvil desde su pecho hasta las piernas y sólo su cabeza quedó móvil, la giró y observó cómo su esposa, cómo era de costumbre, dormía placenteramente, intentó llamarla; pero su lengua se paralizó. Su saliva comenzó a rodar por sus labios y su quijada. ¡Dios!-Pensó-Me estoy muriendo, me voy de este mundo y quería visitar más tarde a mi madre. Cuando pensó sobre ello, una voz acusadora le reprochaba-¡Mentira! Ya no ibas a visitar a tu madre, te lo impedía tu trabajo, te lo impedía tu tiempo, tu tiempo ya no era tuyo, tus obligaciones laborales y tu vida en pareja siempre fueron primero que tu familia materna.
No, eso no es cierto, yo sí quiero a mi familia, es sólo que no tengo mucho tiempo-Se excusaba mentalmente y le respondía a aquella voz que le acusaba-Si la voz que me acaba de hablar es de la muerte, por favor, no vengas a mí no eres bienvenida-Suplicaba mentalmente aturdido el hombre. ¡Mentiroso!-Le replicaba aquella voz lejana-Varias veces me llamaste cuando peleabas con tu esposa y sentías que ella no te amaba, o cuando tus metas no alcanzabas en el tiempo planeado. Así que no me digas que no me has llamado
-Le recordaba con firmeza aquel pensamiento-No por favor, si te llamé esas veces, sólo era por debilidad; no porque realmente lo quería-Suplicó una vez más-¡Lo siento!-
Respondió aquella voz, hoy es tu tiempo. Pero, ¡Por favor! Yo quiero vivir y compartir con mis seres queridos una vez más- Afirmó el hombre desesperadamente-Tuviste tu tiempo y no lo aprovechaste-dijo definitivamente aquella voz. No, ¡No, por favor!,-sufría desconsoladamente el hombre. Y, por última vez la supuesta voz de la muerte dijo: Lo siento. 

Cuando ya aquel hombre se rendía ante la supuesta voz de la muerte sentía que algo húmedo rozaba su mejilla de forma rápida y unos ladridos le despertaron de un gran sueño profundo que en él estaba inmerso el anciano de 85 años de edad, se despierta y se da cuenta que está tumbado de su silla de rueda, observa a su alrededor y sólo ve soledad, sólo aquel canino que le ladra sin cesar. El pobre, observa su cuerpo arrugado y vuelve en sí. ¡Dios mío! Soy un anciano, ya no soy ni aquel hombre de 30 años, ni aquel niño de 8 años que soñé dentro del mismo sueño.
Mi bella esposa ya partió, al igual que mis padres y mis hermanos. ¡Dios! Estoy solo y abandonado. ¿Nietos? ¿Tengo nietos?-Se interrogó-Sí, recuerdo que tengo cuatro nietos; pero, ¿Por qué no están conmigo? Cuando mentalmente se preguntaba aquello, se acordó de aquel trágico episodio, en uno de sus arranques de ira donde no quiso ir al paseo con hijos y nietos porque le hicieron esperar mucho tiempo y quedó muy molesto, recordó a su nieto más pequeño que preguntó a la mamá ¿Por qué mi abuelo es así tan amargado? Y la madre, quien era su hija, le respondió sonriendo con otra pregunta ¿Por qué crees que tu abuela le dice casca rabias pues?
Y le dijo dale un beso a tu abuelo que nos vamos. Y él viejo recordó que no quiso besar a su nieto porque no soportó la insolencia de aquel niño que le dijo amargado. Después de aquel recuerdo se le vino a la mente aquel trágico accidente donde desgraciadamente perdieron la vida sus dos hijos y sus cuatro nietos en aquel paseo donde él no quiso asistir. Iba a llorar cuando rápidamente se le cruza otro triste recuerdo, la pérdida de su esposa que no pudo seguir viviendo por la muerte de sus hijos y nietos y, recordó también que ella, antes de morir, le dijo: Samuel, ¡Tú eres más fuerte! sé feliz tú.

Comenzó a llorar así, amargadamente, cuando le venía el recuerdo de cómo murió su madre el cual rechazó. ¡No!, ¡Ya no más! ¡Ya no me atormenten más con esos recuerdos! ¡Sé que les fallé a todos! ¡Sé que no les di la felicidad que merecían! ¡Perdón! ¡Perdón!-Suplicaba el anciano con grandes lágrimas en sus ojos-¡Déjenme morir en paz, por favor! ¡Dios, Ten misericordia de mí! Cuándo suplicó por última vez el anciano, yo, desperté de aquel horrible sueño. Miré hacia mi lado izquierdo de la cama y vi a mi esposa, la abracé cómo pocas veces lo hacía, con ternura, con amor puro.
Ella dormida, se volteó hacia mí y me abrazó también. Yo, me sentí tan feliz esa madrugada; pero, me pregunté de inmediato ¿Por qué tuve semejante sueño tan raro? ¿Por qué soñé con un niño, un hombre adulto y un anciano quienes eran la misma persona en varias etapas de su vida? ¿Acaso era el reflejo de alguna de las etapas de mí vida? Dentro de mí, la respuesta era afirmativa, por lo que me turbé por unos segundos. Lo que vi que vivió aquel niño en el sueño era igual o muy similar a lo que yo viví cuando era niño. Ok, dije para sí, ¿Y lo que soñé del personaje de treinta años?
¿Es lo que estoy viviendo ahora? Me pregunté. No, no puede ser, tengo actualmente 25 años, no tengo hijo con mi esposa cómo aquel hombre del sueño y, lo del anciano mucho menos he vivido algo así. Me respondí así con mucha lógica. Pero, ¿Y entonces? ¿Será que en este sueño se me mostró mi posible futuro? ¿Acaso voy a terminar así viejo, sólo y abandonado? Seguía interrogándome curiosamente ¿Me van a suceder todas esas tragedias? ¿Me convertiré en un hombre tan obstinado? No escuché ninguna voz, cómo le escuchaba aquel personaje de mí sueño; pero algo dentro de mí me decía que si seguía llevando mi vida como hasta en ese momento lo había hecho, terminaría igual o similar a aquel personaje. 
Por un momento dudé; pero, rápidamente me percaté que estaba llevando una vida de muchos afanes. Estaba intensamente afanado en una de mis metas que no había logrado y se me había complicado más de lo que pensaba, poco dormía pensando en ello y torturándome por eso. Me irritaba con mucha facilidad con todos los que me rodeaban por cualquier tontería y daba poco de mi tiempo a mi esposa y a mi familia materna. Después de pensar en todo eso, tuve que aceptar que sí, yo era aquel niño, aquel joven de treinta años y aquel anciano que había quedado solo, abandonado y amargado por no controlar sus emociones para bien.
Y, que terminaría así, si no hacía un cambio radical en mi estilo de vida. Por ello, muy conmovido, me puse de rodillas y clame a Dios que me ayudara a recuperar la sencillez, la paz y la tranquilidad que sentí una vez que fui un niño inocente, me sentí después de dicho clamor fortalecido. Sentí que Dios o la misma vida me habían dado una nueva oportunidad. Abracé a mi esposa, la acaricié y di gracias a Dios por ella, pensé en toda mi familia y también agradecí a Dios por ella. Luego, me quedé dormido, dormí placenteramente cómo nunca lo había hecho. Luego de aquella noche del sueño, me levanté cómo a las nueve de la mañana.

Más tarde, visité a mi madre y a mis hermanos, les besé, los abracé y desde ese día disfruto más de lo que tengo sin pensar en lo que quiero lograr. Desde ese día valoro más la vida, agradezco a Dios por todo y sobre todo por aquel sueño extraño que tuve, aquel sueño que significó para mí, una nueva oportunidad.
Este es tu momento para compartir amor con quienes amas y te aman, este es el momento para ser feliz con lo que tienes con quienes te rodean y con todo lo que tienes a tu alrededor. 
Este es el momento para corregir errores y volver a empezar iniciando una vida de amor, de bondad, humildad y mucho amor, que te llevará a ser feliz contigo, con los demás y con Dios...
Felicidades y bendiciones en la vida y en el hogar...

1 comentario:

  1. Cuando hay hermandad, el amor es sereno; quando hay solidaridad, es amor es activo, y cuando hay caridad, el amor está vivo.(Juahrez Alves)

    ResponderEliminar